Pon una cara feliz

A no ser que te paguen, nadie quiere entrar en un quirófano. Hace frío, estás desnudo y un desconocido va a abrirte el cuerpo con cuchillos. Lo que los pacientes no saben y procuramos que no sepan es que a veces a nosotros también nos aterra. Traumas, cardiocirugías,  todo lo relacionado con el páncreas. Cualquier cirujano que diga que eso no le da miedo miente. Por muy arriesgada que sea una operación o por muy asustado que estés, tu deber es tranquilizar al paciente y decirle que todo va a ir bien aunque no te lo creas.

A veces las operaciones salen mejor de lo previsto. No hay mejor regalo que decirle a alguien que has salvado a quien quiere. Me encantan esos momentos. Por desgracia, esos desenlaces son raros. Lo normal es que fuera más fácil pero no es así. Cada vez te duele igual que la última. Esperamos lo mejor y nos preparamos para lo peor. Porque lo peor tiene un modo sucio de encontrarte.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 21.

Cántalo de nuevo

Como nuestro hospital es universitario, muchos pacientes nos dejan grabar sus operaciones. Es una herramienta didáctica. Pero si metes la pata te verán todos en Internet. Mirarán con lupa tus errores, los analizarán, los estudiarán, los documentarán, los debatirán. Los verán sin parar. Todos nos equivocamos. A veces no fuimos el mejor cirujano ni la mejor persona. Todos tenemos cosas que no querríamos revivir. 

Hay momentos de mi vida que desearía revivir. Mi primer día de interna, mi primera operación, la primera vez que cogí a mis hijos… La última conversación lúcida con mi madre. Por cada uno de ellos, hay uno que desearía olvidar o cambiarlo. Esos son los que no me dejan dormir. Haga lo que haga, vuelven a atormentarme.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 20.

Darle un poco

En 1847, la Asociación Médica Estadounidense publicó su código ético que consideraba que era un deber de los médicos proporcionar atención a los pobres. Los hospitales debían atender a los enfermos y a los pobres. Debían ser lugares para refugiarse y curarse, pero con los años eso cambió. La medicina se convirtió en un bien para los que podían pagarla, en vez de un deber social del médico.  

Alguien dijo: «Hoy no has vivido si no has hecho algo por alguien que no podrá pagártelo». Es más fácil decirlo que hacerlo. Cuando tu vida es un caos es difícil ayudar a otros. Ojalá tuviera algo mejor que decir. Si te resulta muy difícil, quizá esta vida no sea para ti.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 18.

¿Vida en Marte?

Tu cuerpo contiene unos 35 billones de células a las que la gravedad de la Tierra atrae constantemente hacia su centro. Cuando te tumbas la fuerza gravitatoria se reparte entre el tórax, el abdomen y las piernas. Si te levantas muy rápido, la sangre se aleja del cerebro causando mareos y desmayos. Es un pequeño milagro que nuestras células funcionen. Porque el cuerpo hace hasta la tarea más simple bajo una presión inconcebible.  

Podrías pensar que la ingravidez es buena, pero no lo es. La gente no debe flotar. Sin gravedad perdemos volumen de sangre, densidad ósea, músculos… Estamos desatados. Cuando te sientas atraído hacia algo, no tiene por qué ser malo. Quizá te centre, quizá te proteja.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 17.

Deja una luz encendida

Hay un chiste que cuentan los médicos: «Doctor, me duele cuando hago así». Y el médico le dice: «pues no hagas así». Es un chiste muy malo, pero es muy cierto. Como seres humanos no podemos evitar seguir nuestro instinto, nuestra intuición, nuestros impulsos primarios. Por mucho que nos duela.

Nos aferramos a la esperanza, pensando que un pequeño detalle, una mínima información lo arreglará todo. Lo cambiará, hará que esté bien. Y evitará el gran desastre. Pero no existe un buen modo de decir adiós.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 16.

Cegado por la nieve

De pequeña, lo primero que hacía al despertarme en invierno era comprobar si nevaba. Y solía pasar, era en Boston. Los colegios cerraban, la gente no salía, encendían velas y vaciaban los frigoríficos. A todos nos gustan las nevadas, salvo a una persona, a mi madre. Siempre me decía: «Meredith, los cirujanos no libramos por las nevadas». Tenía razón, no libramos. 

Después de la ventisca, salía afuera. No sé si era el aire o la nieve reciente, todo era mágico o nuevo. Pero, por hermosa que sea, la nieve se derrite. Y de pronto pisas algo sucio, congelado e incapaz de sentir nada. Pero pasado el tiempo, hasta eso desaparece. El suelo se derrite, los días se alargan y, aunque no lo hubieras imaginado, vuelves a sentir. Siempre me asombra.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 15.

Un diagnóstico

A los niños les damos piruletas cuando van al médico. Les recompensamos por ser valientes. Inyecciones en el brazo, desconocidos examinándonos buscando síntomas… «Toma una chuche, hijo, y sonríe». También lo hacemos con los mayores. No está bien visto hablar de tu cáncer en una cena. Quieren que sonrías y hables del tiempo, que lamas una piruleta invisible. Porque, por alguna razón, alguien decidió hace mucho que hablar de dolor era de mala educación. Que esconderlo y esconderse de él tiene más sentido. Pero eso es mentira, una mentira que nos consuela y nos destruye. 

Según una encuesta, el adulto medio dice «estoy bien» catorce veces a la semana. Pero solo una de cada cinco es sincera. Nos hacemos los valientes. Pero es más valiente reconocer que algo va mal. Hacer que todo va bien acaba afectando. Llegado el momento, más vale que puedas reparar el daño que has hecho.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 14.

Resérvame el último baile

«Necesitaba más tiempo». ¿Cuántas veces habré oído a un cirujano decir eso tras perder un paciente? Hablamos en términos de tiempo: «dosis diaria, esperanza de vida, vuelva usted mañana…» ¿Qué es un latido sino un reloj marcando la cuenta atrás? 

El corazón bombea hasta el límite, los miembros se mueven hasta que se agotan. Los cerebros se imaginan futuros que no veremos. Luchamos por no ver una verdad ineludible: todo acaba. Pero, por cada reloj que marca la cuenta atrás, se pone otro en marcha. El tiempo pasa y cuando algo se atrapa, empieza algo nuevo.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 13.

La última cena

Calor. Mucho. SOS. Ahora mismo hay 36ºC en Madrid y, cuando tienes una tripa de 38 semanas y pico, estas condiciones climáticas no ayudan mucho. ¡Un poquito de compasión, que estoy haciendo un ser humano! Me deben de quedar solamente los últimos detalles ya, los remates finales, pero aun así se agradecería un poquito de colaboración con las temperaturas…

Tontadas aparte, Bruno puede llegar ya en cualquier momento y estoy deseosa y atacada a partes iguales. Supongo que muchas me entenderéis. Por un lado, me muero de ganas de verlo, de tenerlo con nosotros (y de que se acabe el embarazo y con ello la diabetes gestacional, también). Y por otro, creo que echaré de menos tenerlo moviéndose dentro de mí, tan protegidito y dando tan poca guerra. ¡Si es que no tengo nada de experiencia con bebés! Pero bueno, me ayuda pensar que el papi sí que tiene y que hay mucha gente que puede echarnos un capote en caso de necesidad.

Ahora estaba esperando a medirme la glucosa de después de comer y he pensado: ¿por qué no dejar programados todos los monólogos de la temporada 16? Ya tengo guardados también los de la 17 (a falta del último episodio, que no se ha emitido), pero me los reservo para un poquito más adelante, que a lo mejor me viene bien el entretenimiento. Así que de momento vamos a ver si me dan la vida y las ganas para programar lo que queda de esta temporada y que así os acordéis de mí un ratito cada sábado, ¿os parece?

Os dejo con el capítulo 12 y con este tema de Anthony Peebles que se llama Same Mistake. Muchos besos y feliz tarde de jueves.

El cuerpo humano no sabe mentir. Al final acaba contando los secretos. Lepra, viruela, tuberculosis, VIH… Podemos ser portadores sin síntomas físicos, pero pasado un tiempo aparecen los síntomas. La cuestión es ¿qué esconde tu cuerpo? ¿Estás listo para saberlo?

Cuando el cuerpo revela sus secretos, no hay vuelta atrás. Lo bueno de que salga a la luz es que sabes a qué atenerte. Lo malo es que quizá sea tarde para solucionarlo. En ese momento sólo puedes esperar estar preparado. Esperar que no haya acabado y salvarse del dolor y la desesperación. Y, sobre todo, que quede algo que salvar.

Anatomía de Grey, temporada 16, capítulo 12.